SE VIENE EL ESTALLIDO
Sin embargo, tanta alegría no era más que algo pasajero, si lo comparamos con la vida real y concreta que, más allá de lo deportivo, le tocaba transitar y le esperaba al país.
El sueño de la democracia se caía a pedazos, y ni siquiera la alternativa militar era posible de tener en cuenta, menos todavía después de su vergonzosa última participación activa en la vida institucional del país.
El desastre y la huída del primer gobierno democrático post-dictadura pareció legitimar el acceso al poder de una nueva fuerza política que, pese a haber arrancado con el consenso y respaldo de todo un pueblo, no cumplió, ni lejos, con el cometido de sacar al país adelante.
Pese a provenir de una fuerza con amplio respaldo popular, históricamente, el gobierno que se hizo cargo del país a partir de 1989 perpetró una gigantesca entrega del estado a grupos económicos nacionales y –sobre todo- extranjeros, que dejó virtualmente al país, a sus recursos, a sus empresas, en manos de particulares que hicieron lo que quisieron con ellos, con las tarifas, con los servicios… Estamos transitando la tristemente célebre época de las privatizaciones. Cuando había transcurrido un año del gobierno surgido en el ’89, se habían entregado empresas por valor de unos 20.000 millones de dólares, cuando su cotización internacional, o sea, lo que hubiéramos debido abonar si queríamos comprarlas, sobrepasaba los 300.000 millones. Se nos prometió que entrábamos en el Primer Mundo, que la calidad de vida argentina sería insuperable, que pasábamos a formar parte de los países “elegidos”…
El fabuloso negocio de las privatizaciones solamente fue tal para los corruptos funcionarios (ministros, jueces, legisladores de diversos partidos) que, participando de las mismas, recibieron jugosos retornos.
La triste consecuencia de esta época muestra un país que no es dueño de nada de lo que posee: su agua, sus recursos hidrocarburíferos, sus caminos, sus comunicaciones, su electricidad, sus represas…
Semejantes niveles de corrupción no podían existir sin el empobrecimiento de los trabajadores, ni (peor aún), sin la pérdida del trabajo de millones de habitantes del país. Familias destruidas, migraciones forzadas, índices de mortalidad y mortandad inéditos en el país, crecimiento de la delincuencia de todo tipo y nivel, abandono y desatención de los jubilados, son solamente algunas de las cosas a que nos fuimos acostumbrando a ver en nuestro país, que (contradictoriamente) cuenta con un potencial alimenticio como para abastecer de ese recurso a todo el continente. Si a todo eso le agregamos la grosera característica farandulesca de un gobierno que no se ponía ni colorado al mostrar a sus funcionarios en ostentosas fiestas, en viajes paradisíacos, en apariciones mediáticas de cualquier calibre, exhibiendo un vedettismo político insoportable, tenemos el ingrediente final de un cóctel irreversiblemente destinado a estallar.
Se viene el estallido
(La Bersuit Vergarabat)
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Se viene el estallido se viene el estallido
de mi guitarra de tu gobierno también.
Y si te viene alguna duda vení agarrala que esta dura
si esto no es una dictadura que es, que es
Y ya no hay ninguna duda
se esta pudriendo esta basura fisura ya la dictadura
que es, que es.
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